Samba

Si el fútbol es el deporte Rey, La Copa del Mundo es el baile de mascaras de la Corte. El lugar donde llevaran sus mejores vestidos para sorprender a su majestad el fútbol, sentado a la derecha la pelota. Con bufones, bailes y gambetas, los participantes se lucen entre ellos y se van despidiendo, hasta que al final el rey de la fiesta es el mejor, el que engaño a todos y se quedó con la Pelota, siendo admirada por S.E Football.

En el baile 2006, donde danzaron millones de dólares, euros, libras y yenes, la doncella era
Negra. Dientuda, peluda y corajuda, la mas fea de todas. Pero se movía como diosa. La pelota le bailaba a su alrededor, y el la mandaba a lo lejos, para que volviera con el respiro del adversario. Y gol gritaba la corte, y este continuaba el baile, solo, peor mas feliz. Gol gritaba la corte, gol gritaba el fútbol, gol gritaba la acariciada pelota.

Pero en el primer paso de la samba, Dinho piso mal y siguió con molestias. Y sus compañeros no funcionaban, y nada era lo que debía ocurrir. Tranquilo que se viene, decían los incrédulos. Se los dije, decían los desencantados. Pero nadie creía, pues la samba, el baile y la fiesta era el invitado asegurado, el finalmente dolarizado Jogo Bonito, el documental, Rexona, las poleras, los tazones y las tazitas.

Pero si la samba comenzó y termino desafinada, fue por el cielo que cargaba a su espalda, Un Chancho Seis del porte de un buque, un especulativo Trofeo de oro, hinchado de aire. Y esto porque el dólar no sabe de fútbol. El euro no siente el gol. El yen no conoce la pasión. La Libra se sabe las reglas de memoria, pero el baile no lo conocen. Eso es lo que pinta la cancha de verde, por estos días.

Pero la samba sigue ahí, en Pacaembu, Portoalegre y Florianópolis. No en los salones de S.A, sino en los establos de los plebeyos. Donde nace, donde muere. Donde nació Ronaldinho y donde morirá Ronaldinho. Brasil sufrió el síndrome Real Madrid, cuando la pelota se ensucia.
Esclavismo postmoderno, que le dicen.