Recojan el sombrero

No soy periodista de guerrilla. Caramba. Incluso me cuesta definirme como periodista. Pero en los últimos días me he visto directamente tocado como reportero a raíz de una polémica suscitada en mi 2do lugar de trabajo, United Press Internacional, específicamente a raíz del cese de los pagos por concepto de los turnos de fin de semana.

Pese a ser una pequeñez (puesto que pagan 4 lucas por finde), no deja de ser un abuso. Aunque como reportero de pacotilla con sueldo de pacotilla, pocazo me importó. Como no me había afectado mayormente cuando me echaron de la misma agencia de noticias hace unos seis meses, junto a cerca de 20 “colegas”, porque a un tarado se le ocurrió inventar el fuego cuando Chile llevaba años usando estufa a gas. Fuimos el “fuego” contratado. Y nos apagaron rapidito. Fracaso total. Y de las cenizas, UPI trató de pararse. En ese renacimiento, volví como hijo pródigo, puesto que, aparentemente, hacía bien mi pega. Y duro hasta hoy. Claro, mi trabajo consiste en cubrir un par de partidos del fútbol chileno, reemplazar turnos de fin de semana, de ser necesario, y asistir en emergencias y cosas así.

Debo confesarme y decir que nunca he sido comprometido con la causa periodística. No compro. No les creo a mis líderes. Y yo no soy líder (no al menos en estas lides). El problema es que algunos de mis supuestos paladines se lavaban la boca diciendo que el reporteo se hace así y asá, que la causa hay que apoyarla, etc. Pero a la hora de los quiubos, se escondían detrás de la pega.

Resulta que ahora, a raíz del asunto UPI, se destapó el cocido de sobre que son los blogs. Y resulta que Mauricio Hoffman decidió cerrar su blog a raíz de problemas producidos por unos comentarios personales publicados, y que aparentemente iban en contra de la línea editorial de su lugar de trabajo. Hoffman descartó los rumores que hablaban de supuestas presiones de sus empleadores, pero no es inimaginable que haya habido algo de eso. Y ese es el tema en cuestión.

Es difícil hacer alguna crítica contra la masa sin acudir a la ya trillada diatriba hacia Rojo, Mekano y la farándula. Pero algo hay de eso también. La gente se olvidó que varios periodistas en Chile, y en la bendita democracia, han pasado días de cárcel por asuntos éticos relativos al periodismo. Incluso hubo una que escapó a Miami. Como no, si S.E. manda a callar a estudiantes valdivianos durante su discurso, explicando a gritos que “a Él no le van a enseñar de democracia”, y todo esto sin consecuencia aparente.

El problema de Chile no son las autoridades. No son los jefes y no son los tarados trabajadores. El problema de Chile es que somos pavos en términos conceptuales. Nos quejamos porque nos cambian el recorrido y la micro anda lenta. Lloramos porque la bencina está cara y porque los excedentes del cobre no chorrean al pueblo. Pataleamos porque Lavín sigue de candidato, pero ni siquiera somos capaces de ver más allá de nuestras narices. El sistema no es el erróneo. Son los engranajes los oxidados y gastados. Soy YO, como periodista poco comprometido, eres TU como lector apático, es EL vecino porque mira hacia la ventana cuando el minero de Lota se sube a la micro a pedir moneas para la olla común, somos NOSOTROS porque como masa no somos capaces de pararnos, son VOSOTROS cuando me ven siendo apático y pocazo les importa. Y finalmente son ELLOS. Los elegidos por el voto popular y el político. La encuesta y el aplauso. El serrucho y el chaqueteo. Son ellos los responsables de que la prensa se haya transformado en un muñeco, de que el editor del periódico icónico del reporteo denuncia de los último años, ese que desenmascaró al Comando Conjunto y un par de asuntos más, haya decidido mirar hacia el lado y decir “voy a criticar a niñitas con tetitas bailar y cantar, todos los días, a las siete de la tarde, por el canal del Gobierno”. Triste nomás. Así, nadie tiene fuerzas para luchar, ni siquiera mis líderes. Mejor viro.